LATAS PINTADAS

En nuestra casa tenemos un poco- o un mucho- de síndrome de Diógenes y nos cuesta muchísimo tirar cosas porque siempre pensamos que pueden tener una segunda oportunidad.

Últimamente nos ha dado por las latas y como teníamos unas cuantas reunidas nos embarcamos en un pequeño proyecto de reciclado.

Cuando las empezamos a pintar aun no teníamos muy claro para que las íbamos a usar aunque si el color- en nuestro caso porque teníamos un sobrante de pintura blanca-.

La pintura ideal para que las latas queden mejor es la plástica, la tempera escolar no se agarra bien y hay que darle muchas manos.

Evidentemente para pintar con niños resulta un poco más sucia y se quita peor, pero si la escogéis al agua es más fácil de eliminar de la ropa y de las manos- siempre y cuando no la dejes secar-.

Una vez que pintamos las latas, pensamos para que podíamos usarlas y se nos ocurrieron dos usos: para meter los lápices de colores de la mesa del salón- los teníamos en botes variados que no quedaban nada bonitos-

 Como nuestro salón está en tonos blancos y rojos escogimos estos colores para la decoración de la lata. Le pegamos cinta de tela con adhesivo- comprada en una mercería del barrio- y una figurita de un faro que cogimos de un marco antiguo que se había roto. Lo pegamos a la lata con la pistola de silicona

 Aquí veis otros dos modelos. Las posibilidades son infinitas dependiendo de lo que más os guste.

 Las latas más pequeñas de atún se nos ocurrió utilizarlas de humificadores  para los radiadores, porque en nuestra casa hay calefacción central y en invierno hace mucho calor.

Se cuelgan o se colocan encima  de los radiadores y se llenan solamente de agua o  se añade esencias para dar buen olor o incluso eucalipto para ayudar a respirar si vosotros o vuestros hijos tienen problemas respiratorios.